La construcción
La construcción del Canal de Castilla supuso un proceso largo, discontinuo e incompleto. Las obras de excavación se emprendieron en Calahorra de Ribas (Canal de Campos), provincia de Palencia, el día 16 de julio de 1753. Tras algunos titubeos iniciales, los trabajos avanzaron con gran celeridad, ya que en apenas dieciocho meses se habían excavado 33.800 varas de este sector, que en 1754 llegaba ya a las cercanías de Paredes de Nava. Justamente en aquel momento y como una consecuencia retardada de la crisis política, se ordenó la paralización de las obras.
A partir de entonces, el proyecto de los Canales de Castilla, falto de un apoyo decidido y privado de quienes habían sido sus principales promotores, pareció haber perdido el rumbo. Durante varios años se dudó entre proseguir la excavación del Canal de Campos o emprender la apertura del Canal del Norte. No obstante, en 1759 se iniciaron formalmente las obras de excavación del Canal del Norte (Estrecho de Nogales), donde años mas tarde se establecería la nueva población de Alar del Rey. Sin embargo una dotación económica insuficiente y la envergadura de las obras de cantería motivó que los trabajos avanzaran con mucha lentitud. Por fin, en 1791 se dió por concluido el tramo inferior del Canal del Norte, y se unieron sus aguas con las del Canal de Campos.
En 1789 ya se había decidido aplazar indefinidamente la construcción del tramo más septentrional del Canal del Norte, optándose por proseguir la ejecución de los canales por el Ramal Sur, que llegaría hasta Valladolid. En 1795 la excavación llegaba ya a la provincia de Palencia, pero aún no se habían terminado de construir las cinco primera esclusas. En los últimos años del siglo XVIII, y gracias a un fuerte incremento de las dotaciones, se pudo dar un ritmo más vivo a los trabajos. Sin embargo las remesas de fondos se fueron haciendo cada vez más discontinuas, hasta que en 1804 tuvieron que interrumpirse definitivamente las obras.
Tras más de medio siglo de actividad, la construcción de los Canales de Castilla quedó paralizada. En los tres canales emprendidos e inacabados se habían abierto, en total, unas 146.000 varas, lo que representaba menos de la mitad del trazado previsto. Los daños provocados por la Guerra de la Independencia, impidieron al Estado aportar los fondos necesarios para reemprender las obras.
A partir de 1828 los Canales pasaron a manos de la empresa privada. Dado que el Canal de Segovia había sido definitivamente descartado, la compañía concesionaria continuó con la construcción del Ramal Sur, logrando, en 1835, hacer llegar las aguas hasta Valladolid. A continuación se reanudaron las obras del Canal de Campos en las cercanías de Paredes de Nava, donde habían quedado interrumpidas 80 años antes. Pero, cuando la excavación apenas había avanzado un par de leguas, ya era evidente que la empresa concesionaria no podría acabar las obras en el plazo previsto. No obstante, el 8 de noviembre de 1849 llegaron las aguas a Medina de Rioseco, y un mes después se daba por terminada la construcción.
Con la conclusión del Ramal de Campos, casi un siglo después de haberse iniciado, el Canal de Castilla adquirió su configuración definitiva. Con su reversión al Estado, se pretendió infructuosamente revitalizar la navegación, herida de muerte desde el establecimiento del ferrocarril y abandonada definitivamente a finales de los años 50. En cambio, se logró incrementar notablemente el regadío mediante la reforma de las esclusas, la construcción de nuevos canales derivados y el aumento de las dotaciones, mediante la regulación de recursos hidráulicos con embalses de cabecera.
Así, el Canal de Castilla, esa utopía de la Ilustración, de tan honda significación geográfica, económica, cultural y paisajística en la estepa cerealista castellana, se ha convertido en un canal de riego para 34.000 hectáreas y para el abastecimiento urbano de 48 municipios, entre los que destacan Palencia y la mitad de Valladolid.
Por orden expresa de Carlos IV, se intentó la repoblación de todos los despoblados existentes a lo largo del recorrido del Canal, mediante la creación de once nuevas poblaciones. Esto se llevó a cabo a veces aprovechando despoblados como Barrialba, Nestar, Quintanillla la Real y Calahorra, y en otras ocasiones mediante edificios de nueva traza, como Alar del Rey, San Carlos de Abánades y Sahagún el Real. Como es sabido, únicamente se consolidó Alar del Rey y tuvieron vida efímera San Carlos de Abánades (donde hubo una iglesia y siete casas), y sobre todo, Sahagún el Real (denominado a veces Sahagún el Viejo), donde se edificaron una iglesia, varias viviendas, una casa-mesón, cuadras y paneras.
Desde el inicio de las obras se prestó una gran atención a la mejora del paisaje con grandes plantaciones de árboles y el establecimiento de viveros de producción de planta, sobre todo en Calahorra. Al principio hubo una gran cantidad de frutales, que fueron sustituyéndose paulatinamente por otras especies arbóreas maderables necesarias para la reparación y reposición de las puertas de las esclusas. Para no olvidar la pesca se establecieron algunos tenqueros, de forma que esta actividad, junto con los pastos y las leñas, fueron algunos de los aprovechamientos marginales, pero no desdeñables del Canal. Todo ello da una idea de la profunda transformación económica, social y paisajística que supuso el Canal de Castilla y la cantidad de puestos de trabajo que creó a lo largo de su construcción y explotación.