Principales características
El Plan Hidrológico del Duero se articula en 12 Directrices que definen sus características principales, que son las siguientes:
Establecer los inventarios de los recursos hidráulicos superficiales y subterráneos así como las normas para una correcta explotación de los mismos en situaciones normal y de riesgo (avenidas y sequía). Considera igualmente la necesidad de actualizar los datos hidrológicos básicos y las demandas actuales, planteando las mejoras de las redes de control de aforos y del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), entre otras, facilitando la información hidrológica a los particulares que lo soliciten.
Actualizar los usos asignados a los recursos existentes, estudiándose los aprovechamientos del recurso para su optimización, tanto del rendimiento de los actuales como en el diseño de los nuevos. Para ello se determinan distintas demandas para usos urbanos, industriales y agrarios, y se estudian los caudales mínimos que satisfagan las necesidades medioambientales, sin olvidar los planes de uso de ríos, embalses y márgenes con fines recreativos.
Atender los criterios de prioridad entre los distintos aprovechamientos y condiciones para la declaración de utilidad de un determinado uso.
Asignar y reservar recursos para los usos actuales y futuros referidos a los dos horizontes (de 10 y 20 años) en que se proyecta el Plan.
Fijar las características básicas de la calidad del agua y las mejoras en la red de control de las superficiales, y establecer una red de control de las subterráneas. Ordenar los vertidos existentes, realizar el inventario de focos potenciales de contaminación de aguas subterráneas, establecer normas de diagnóstico y actuación para reducir la carga contaminante a los retornos de regadío, así como impulsar el desarrollo del Plan de Saneamiento Integral y de Residuos Sólidos, Urbanos e Industriales.
Establecer criterios a la hora de diseñar las mejoras de los regadíos actuales y de declarar la viabilidad de nuevas zonas regables. Contemplar la posibilidad de aplicar en algunas zonas aguas residuales al regadío, dependiendo de los cultivos.
Desarrollar una serie de planes de protección de zonas húmedas y riberas, de aguas subterráneas, para extracción de áridos y de las tomas para abastecimiento a poblaciones con aguas superficiales. Estas normas estarán agrupadas en estudios y trabajos de campo, entre las que cabe destacar el proyecto LINDE de deslinde y amojonamiento de riberas y márgenes.
La conservación del suelo, controlando la erosión y valorando la vulnerabilidad del mismo, para lo cual habrán de determinarse los diferentes planes hidrológico-forestales.
Estudiar y establecer las normas para la recarga y protección de acuíferos, la declaración en su caso de acuíferos sobreexplotados y la posible recarga artificial de determinadas áreas.
Catalogar las infraestructuras básicas requeridas por el Plan en todos los ámbitos, desde la construcción de nuevos embalses, grandes zonas regables, defensas frente a avenidas, estaciones de depuración, así como las instalaciones para la recarga artificial de acuíferos. Este Plan se ocupa también de realizar un inventario actualizado y fiable de las infraestructuras existentes.
Promover criterios coordinados de evaluación de los aprovechamientos energéticos desde la perspectiva técnica, económica y administrativa.
Determinar criterios sobre estudios, actuaciones y obras para prevenir avenidas, estableciendo caudales de diseño para obras en cauce, programas de protección y delimitación de zonas inundables para varios periodos de retorno, actuaciones en situaciones de sequía, etc.
El desarrollo de estas 12 Directrices, da lugar a 76 normas de distinta naturaleza, que tiene un tratamiento más extenso en los anejos del Plan, en lo que se han previsto 21 programas.